En su intento desesperado por hacerse notar, el concejal Jorge Bolívar volvió a protagonizar un vergonzoso episodio judicial. Esta vez, intentando forzar a la empresa Ibagué Limpia a entregarle documentos privados bajo el disfraz de un derecho de petición, Bolívar terminó recibiendo un contundente portazo de la justicia. (Lea: Juez deja en ridículo a Jorge Bolívar y niega tutela con la que armó show de supuesta "censura")
El Juzgado Sexto Civil Municipal de Ibagué le negó la tutela por carencia actual de objeto y falta de fundamentos sólidos, dejándolo —una vez más— como un opositor improvisado, más interesado en el show que en el verdadero control político. (Ver fallo de tutela)
Bolívar, en su afán de figurar, presentó un derecho de petición pretendiendo aplicar normas del Estatuto de Oposición a una empresa de naturaleza privada, desconociendo principios básicos del derecho administrativo. Un error infantil que lo dejó sin piso legal y sin posibilidad real de ganar.
Ibagué Limpia, por su parte, respondió en tiempo, de forma clara y conforme a la ley, amparándose en el Código de Comercio y en la normatividad vigente que protege la información de carácter privado. Explicaron con argumentos jurídicos sólidos que, al no tratarse de información pública ni de una empresa gubernamental, Bolívar no tenía derecho a exigir esos documentos.
La justicia fue categórica: el derecho de petición se satisface con una respuesta oportuna, no con la obligación de conceder caprichos políticos. Así, quedó en evidencia que la acción de Bolívar no era más que un burdo intento de fabricar un escándalo donde no lo había.
No es la primera vez que Jorge Bolívar intenta montar una telenovela judicial y termina siendo él el principal actor del fracaso. Su falta de preparación jurídica, su afán de titulares y su obsesión por atacar a todo lo que huela a institucionalidad ya le han pasado factura en otras ocasiones.
Esta vez, la lección quedó clara: hacer oposición no es hacer el ridículo. Pero parece que a Bolívar le cuesta aprender.