El rifirrafe entre el periodista Luis Eduardo González Rincón, director del medio digital El Olfato, y el polémico Milton Restrepo, actual gerente de Ibagué Limpia, terminó en una victoria judicial para este último.
El Juzgado Primero Civil Municipal de Ibagué decidió no tragar entero la narrativa de víctima que presentó el comunicador y le negó la tutela en la que pedía a gritos una retractación pública. (Ver fallo)
El detonante fue una publicación del 2 de febrero, en la que Restrepo comparó a González con alias "Popeye", el sicario más temido del cartel de Medellín. En su cuenta de X escribió que el periodista era un “jefe de sicarios digitales y extorsivos del Tolima”, insinuando que recibía dinero para hablar... o callar. Una acusación directa, sin anestesia, que sacudió el avispero local.
En respuesta, González interpuso una tutela exigiendo que se eliminara la publicación y se hiciera una retractación pública. Alegó que su honra, dignidad y buen nombre estaban siendo pisoteados por un servidor público. Pero el juez fue claro: para ese entonces, Restrepo aún no había asumido como gerente de Ibagué Limpia, por lo que actuaba como un ciudadano común ejerciendo su derecho a la libre expresión.
El fallo dejó en claro que no había razón para conceder la tutela. ¿La razón? No existía una relación de poder desigual que justificara el uso de esta herramienta constitucional. El periodista no estaba “indefenso”, ni carente de recursos para defenderse. De hecho, el juez recordó que existen las vías penal y civil para resolver este tipo de disputas entre particulares.
El fallo no niega que las expresiones de Restrepo puedan ser fuertes o incluso ofensivas, pero recalca que no es el juez constitucional quien debe intervenir, sino que son los mecanismos ordinarios los que deben activarse si hay un posible delito o daño moral.
Con esta decisión, Milton Restrepo sale "limpio", mientras que El Olfato deberá decidir si da el siguiente paso por las vías legales tradicionales… o se traga la ofensa.
El caso deja una pregunta flotando en el aire: ¿puede un periodista que investiga y denuncia, convertirse también en objeto de escrutinio? La justicia, al menos por ahora, dice que sí. Porque cuando la crítica se convierte en un arma de doble filo, todos terminan bajo el reflector.
Y en esta batalla, el que pidió retractación… se quedó con las ganas.