La noche en que Ibagué celebraba el renacimiento de su Complejo Acuático de la calle 42, un comentario miserable manchó la emoción colectiva. Hernán Camilo Yepes, comunicador, frustrado cantante de coros y funcionario de la Universidad de Ibagué, escribió durante la transmisión oficial:
"No se pudo invitar a artistas de verdad. Definitivamente es deprimente."
El comentario mezquino tuvo como fin menospreciar públicamente la muestra artística conformada por verdaderos talentos de nivel nacional e internacional. Y hoy, la ola de indignación no para de crecer.
Entre los "no artistas" que Yepes denigró estaban:
Fuentes internas de la Universidad de Ibagué —que pidieron no ser citadas por temor a represalias— dijeron lo siguiente:
"Es lamentable que alguien que forma parte de esta universidad, que aboga por la cultura y el respeto, emita opiniones tan despectivas contra nuestros propios artistas. El tipo es un resentido que nunca logró ser cantante y ahora critica a todos los que no interpretan música colombiana"
Otro miembro de la institución de educación superior se atrevió a calificarlo de inquisidor y uno de esos personaje que critican y critican y no han hecho mayor cosa por la cultura de la ciudad.
"Lo de Yepes no sorprende. Siempre ha sido un 'mala leche', un tipo que detrás de la fachada de periodista cultural escondía su desprecio por los que no le lamen las botas. ¿Qué ha ganado, qué ha hecho por la cultura de la ciudad para que ahora califique quién es bueno o malo y sea un inquisidor?"
El escándalo no es menor, la Universidad de Ibagué promueve valores de respeto, inclusión cultural y apoyo al talento local. Que uno de sus funcionarios pisotee públicamente esos principios podría costarle caro.
Aunque la reconocida institución, por ahora, guarda silencio, en los pasillos ya se habla de una posible salida para evitar mayores daños reputacionales.
"La Universidad no puede permitirse tener entre sus filas a quien pisotea lo que dice defender. Es insostenible", advirtió un profesor de la facultad de Comunicación Social.
Mientras tanto, artistas, gestores culturales y ciudadanos se han volcado a defender la dignidad del arte local, exigiendo respeto por quienes, con años de sacrificio, llevan el nombre de Ibagué a otros rincones del mundo.
¿Será esta la última nota desafinada de su triste partitura profesional?