Mientras el Tolima se cae a pedazos en la Gobernación se gastan $450 millones para “aprender a hablar en público”

Adriana Matiz firmó un millonario contrato con una agencia para que le enseñen a ella y a su gabinete cómo dar entrevistas y hacer videos. La beneficiaria: una vieja conocida que hoy manda más que muchos secretarios. Detrás del show mediático, el derroche es descarado.
Redacción
10 abril

En un departamento donde las vías parecen campos de guerra, las obras están convertidas en elefantes blancos, y los niveles de pobreza se multiplican, la Gobernadora del Tolima, Adriana Matiz, firmó un contrato por nada más y nada menos que $450 millones de pesos… ¿para qué? Para contratar a una agencia que le ayude a “posicionarse públicamente” y a “mejorar su vocería”.

Sí, leyó bien. Esa cantidad de plata, que podría utilizarse para mejorar vías o pagarle el salario atrasado a los funcionarios del Hospital Federico Lleras, irá a parar en asesorías para que los secretarios de despacho sepan cómo pararse frente a una cámara, cómo hablarle a los medios y cómo “producir contenidos audiovisuales de alto impacto”. Y mientras tanto, los tolimenses siguen rogando por una ambulancia, una carretera digna o siquiera una respuesta del Estado.

Un contrato lleno de palabras bonitas… y obligaciones básicas

El contrato No. 1121, firmado por la Secretaría de Planeación y la empresa Eloquentem S.A.S., deja claro que no se trata de ningún megaproyecto estructural. Es pura asesoría de imagen, entrenamiento de voceros, diseño de estrategias de comunicación interna, acompañamiento en redes y análisis de marca institucional. (Ver contrato)

En otras palabras: servicios que cualquier oficina de comunicaciones decente debería hacer por norma básica… sin necesidad de esa cantidad de recursos.

Pero eso no es todo. El contrato también contempla acompañamiento en ferias, diseño de formatos como video-podcasts, manejo de crisis, informes de impacto y hasta organización de agendas para secretarías. Como si necesitaran una agencia externa para cuadrar un cronograma.

¿Quién está detrás? Carolina Orjuela, vieja conocida del poder conservador

La representante legal de la empresa contratista es Carolina Orjuela, una comunicadora que no es nueva en los círculos del poder tolimense. Fue asesora del "elocuente" senador Miguel Barreto y desde el año pasado venía trabajando con Matiz en calidad de asesora.

Ahora no solo figura como contratista privilegiada, sino como una de las figuras de mayor peso en la sombra de la Gobernación. Porque sí: ya varios funcionarios la señalan de tener un estilo “fuerte”, “impositivo” y de tomar decisiones que ni siquiera le corresponden.

El Tolima en ruinas, pero con asesores para la voz y el video

La paradoja es indignante. Mientras municipios como Roncesvalles, Ataco o Rioblanco sufren por el abandono estatal, mientras las vías terciarias son una trampa mortal, mientras se multiplican los casos de hambre, y mientras hay obras paralizadas que huelen a corrupción, la Gobernación se da el lujo de pagarle a una agencia para enseñarles a hablar en público.

Una afrenta directa al ciudadano de a pie. Porque aquí no hay innovación ni estrategia: hay derroche puro. ¿Qué tan desconectado hay que estar de la realidad para pensar que lo urgente es la narrativa… y no la solución?

Chismes de pasillo: el choque de egos en el 'Palacio del Mango'

Pero el escándalo no termina con el contrato. En los pasillos de la Gobernación ya se habla de una guerra interna entre Carolina Orjuela y Jaime Torres, jefe de comunicaciones. Un pulso de poder silencioso pero notorio.

Se dice que Carolina ha tenido roces con varios funcionarios por su tono fuerte y su forma de imponer directrices. Incluso, ya se murmura sobre dos bandos: los que están con Jaime, y los que se cuadran con Carolina. Una división silenciosa que huele a conflicto inminente… y que deja claro que más que una oficina de comunicaciones, Matiz parece tener un campo de batalla interna.

Lo que debía ser una gestión seria y eficiente para un departamento urgido de inversión, hoy parece un reality show financiado con recursos públicos. Y mientras la Gobernadora posa sonriente en redes, detrás del lente hay un contrato de $450 millones para sostener la fachada.

¿Y qué dirá Barreto?

Lo más sorprendente de todo es que Adriana Matiz venga del barretismo, una corriente que se jactaba de no gastar un peso en “maquillajes comunicacionales”. Su mentor, Óscar Barreto, jamás firmó contratos millonarios para que le enseñaran a hablar o para producirle videos institucionales.

Para él, con tener a Alexander Castro como cerebro comunicacional era suficiente… y esa plata, mejor la invertía en donde realmente le daba resutados: en estructura, en votos.

Hoy su discípula, Adriana, no solo rompe con esa tradición, sino que lo hace a lo grande: con un millonario contrato encima de la mesa. ¿Le habrá pedido permiso al jefe? ¿O será que en su intento por brillar sola, empezó a patear la línea de la escuela que la puso donde está?

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