En política, hasta las llaves abren puertas que nadie esperaba. Este martes, la gobernadora del Tolima, Adriana Magali Matiz, entregó oficialmente el Coliseo Menor y el Coliseo de Gimnasia a los deportistas de Ibagué, pero fue otro el acto que encendió las cámaras y activó las lecturas entre líneas: la mandataria departamental le puso en las manos a la alcaldesa Johana Aranda una simbólica “llave del compromiso y trabajo conjunto”.
Un gesto inesperado, justo cuando los rumores de una relación resquebrajada entre ambas crecían al ritmo de los roces heredados del pasado gobierno.
“Johana, esa llave es un símbolo… está en tu voluntad que estas dos mujeres hagan historia en Ibagué para siempre”, lanzó Matiz, con voz templada pero directa, ante un coliseo lleno —al menos en el libreto oficial— y bajo la mirada atenta del mundo político local.
El mensaje, con destinatario claro, sonó a reto y a invitación al mismo tiempo: trabajar juntas o cargar con la culpa de haber dejado pasar la oportunidad.
La Alcaldesa no esquivó el guante. “Hoy me comprometo con mi gobernadora a ser una sola por esta tierra firme”, afirmó Aranda, enviando una señal de cooperación institucional que contrasta con el discurso contestatario de su mentor político, Andrés Hurtado. Una frase que retumbó en el recinto como quien lanza una línea divisoria entre la política y la gestión.
En una jugada inesperada, Aranda parece desmarcarse de la confrontación y opta por un discurso conciliador, aunque el tiempo dirá si esa llave abre puertas o activa trampas.
Las obras entregadas no son solo cemento y madera: son símbolos de poder. Con $22.000 millones invertidos en la remodelación del Coliseo Menor —ejecutada por la Gobernación— y la previa entrega del complejo acuático de $41.000 millones, Matiz refirmó su intención de redimir la ciudad tras la debacle de los Juegos Nacionales 2015.
Aunque los comunicados oficiales hablaron de “más de 5.000 personas” en el evento, las imágenes cuentan otra versión. En las fotos del momento cumbre —el discurso de la Gobernadora— se evidencian amplios espacios vacíos y graderías casi desiertas. La simbólica entrega de la llave pudo haber sido histórica… pero el auditorio, al parecer, no estaba tan interesado en presenciarla.